Tuve la oportunidad de apreciar una pequeña muestra del enorme talento artístico de Rodrigo Jarque en marzo de 2002, durante una fiesta ofrecida en honor de mi querido amigo, Paulo Olivares, con quien siempre lo había relacionado, un poco en serio, un poco en broma, por su ligero parecido físico, durante los últimos años de la universidad.
Jarque, como nosotros, había llegado al Campus Oriente de la Universidad Católica para estudiar literatura, algunos años antes de que me correspondiera abandonar su refrescante sombra protectora, los patios atestados con sus bellas mujeres, la irresponsabilidad de la adolescencia, y me encumbrara a los innumerables cielos de la edad adulta.
Y, si bien es cierto, ya había tenido la suerte de escuchar y aprobar las composiciones y arreglos que el susodicho había preparado para los montajes de Los poseídos (1999) y La vitrina (2000), de la compañía Evoé, dirigida por Alejandra Rubio, en que participaba el mismo Paulo, esta vez —vuelvo a lo de la celebración del primer párrafo—, esta vez era distinto porque en este caso el espectáculo iba destinado solo a nosotros, los asombrados espectadores de una presentación única e irrepetible como pocas: Jarque unplugged.
Como un cetrino quijote armado de una humilde guitarra acústica que progresivamente sale de su tímido rincón para mostrarse en toda su plenitud o, mejor dicho, a todo pulmón, el transfigurado huésped se encargó de hacer de la ocasión un momento memorable interpretando una serie de canciones de diversos estilos y grupos, entre los que puedo recordar algunos boleros, un par de tangos que coreamos con toda la voz o el entusiasmo disponible, más una sorprendente versión desenchufada de «Paranoid Android», de Radiohead, demostrando una soberbia versatilidad y dominio de las cuerdas vocales e instrumentales .
Tiempo después, pude corroborar mis impresiones iniciales al volverlo a ver, en esta ocasión, subido al escenario como guitarrista y líder de la desaparecida banda universitaria Zabala, una mezcla de rock con instrumentos electrónicos y pistas pregrabadas… La misma inspirada habilidad, la misma fuerza y la total entrega a un público cautivo en el saturado subterráneo del Bierstube, aunque esta vez enchufado y premunido de toda suerte de máquinas y efectos de luz, como una verdadera estrella, la estrella que Jarque es y será, a no dudarlo.
Hace algunos meses atrás volví a tener noticias de él por el mismo Paulo, luego de bastante tiempo. Aparte de haber compuesto el tema principal de El rey de los huevones (2006), de Boris Quercia, con su nueva banda, Gitano, Rodrigo había grabado su primer disco solista editado, curiosamente, en Chile, Alemania y Dinamarca debido a una serie de extrañas circunstancias. ¿El nombre de la placa? Monstruos bajo la cama.
De modo previsible, no me hice de rogar para adquirirlo y prontamente lo tuve rodeándome la cabeza y retorciéndome los intestinos durante los solitarios caminos de un año particularmente difícil y particularmente recorrido, como si hubiera decidido convertirme en una versión criolla de Kung Fú o David Banner, al mismo tiempo.
Pese a todos los antecedentes, la sorpresa fue mayúscula. Si bien las habilidades de Jarque no me eran desconocidas, jamás creí que fuera capaz de alcanzar semejante calidad a la hora de componer, como jamás creí que yo mismo fuera capaz de conmoverme hasta tal punto por un disco de rock en castellano, compuesto por un compatriota…
Fuertemente influenciado por grupos como Radiohead, el Mogwai de Rock Action o Come on die young, o la melancolía islandesa de Sigur Rós, para mencionar únicamente las influencias que creo distinguir, Monstruos bajo la cama constituye una estremecedora ópera prima que ya se quisieran otros artistas de mayor renombre.
Conformado por nueve temas donde la melancolía y la tristeza son llevadas a una suerte de particular apoteosis, Monstruos bajo la cama me parece un logro por completo impresionante y a ratos verdaderamente sublime, aunque en absoluto recomendable para escuchar bajo la lluvia de un día de invierno o pateando las hojas caídas de abril.
Fue compuesto de modo íntegro por Rodrigo Jarque quien, además, interpreta la mayor parte de los instrumentos. Originalmente, las canciones iban a ser parte de la película En la cama (2005), de Matías Bize, pero terminaron convirtiéndose en un disco independiente que inspiró el segundo largometraje del joven director, a llamarse, apropiadamente, Lo bueno de llorar.
La placa se abre con una sombría aunque dulce introducción titulada «Monstruos», que pareciera invocar a todos los demonios que nosotros mismos arrastramos u ocultamos en lo más profundo de nuestro silencio, el rincón más oscuro de nuestra habitación o la parte inferior de nuestra cama. Es una de las pocas muestras palpables de la reconocida influencia que las Gymnopédies de Eric Satie han ejercido sobre el joven músico.
«Hay algo que está frente a nosotros», segunda canción del disco, nos permite, sin embargo, recuperar algo de calma y esperanza por unos instantes, de la mano de la cálida y susurrante voz de Jarque a quien alguien por ahí comparó —de un modo no completamente equivocado, a mi juicio— con una especie de Álvaro Henríquez en ácido, mientras que con «Mecanismos de la memoria» somos capaces de animarnos un poco más, ya que es una de las canciones más movidas y pegajosas del disco; “la que tiene más ritmo”, hasta llegar a ser “casi bailable”. Pero este mood es una mera ilusión, un tránsito de regreso a la oscuridad, porque con «Patio XXIX» volvemos a recaer en lo más profundo de un oscuro pozo. No es para menos, dado el motivo inspirador de la canción: la abandonada sección del cementerio en que fueron sepultados una serie de víctimas de la dictadura militar. Es, creo, uno de los temas más sugestivos y devastadores de Monstruos, como todos los temas tristes del álbum. La mayoría, a decir verdad.
Ahondar en el contenido de cada una de las canciones supondría, sin duda, un esfuerzo mayor y un enorme riesgo para quien escribe. Como lo señala el propio Jarque en su blog, “describir música es tan inocuo y desabrido como contar una película: no sirve absolutamente de nada...”. Más allá de las posibles evocaciones y aciertos que pudiera aportar, lo cierto es que la música siempre tiende a escaparse de las barreras que el lenguaje le impone y debe justificarse por sí misma, más allá de la obligatoriedad de ciertos comentarios aproximativos. La música, en suma, crea su propio mundo y Monstruos bajo la cama es particularmente consistente en términos de tono sentimental y de universo sonoro, un universo en donde predominan las notas y atmósferas más bien oscuras, imprecisas, ambiguas o, si se quiere, “espectrales”, lo que parece haber dado pie a la creación del neologismo “psicofónico” (psicophonique), con que Jarque describe su propia música. Una buena parte de los sonidos, de hecho, parecieran provenir de una dimensión espaciotemporal alternativa, diversa a la nuestra, más propia de los sueños que de otra cosa, enorme mérito de Jarque quien, incluso, decidió grabar en una frecuencia poco acostumbrada para nosotros, para darle su especial carácter al disco.
Pero, más allá de los tecnicismos y las explicaciones, creo que es necesario ir a la propia música, sin mayores comentarios. La música es, por sobre todas las cosas, una experiencia y, como experiencia, única, subjetiva, propia, y yo no he hecho otra cosa que tratar de comunicar la mía, de un modo por completo precario e insuficiente. Lo importante es que cada uno tenga la suya y la viva con intensidad. En ese sentido, el mejor que quepa esperar, Monstruos bajo la cama constituye un catalizador particularmente idóneo para sacarnos de nuestras ocupaciones corrientes y devolvernos a la vida renovados, purificados y redimidos por la inefable luz crepuscular de cada uno de sus cantos.
PS1: Más información acerca de Rodrigo Jarque y su música en lerockpsicophonique.blogspot.com, administrado por el propio Jarque, www.purevolume.com/rodrigojarque y www.myspace.com/rodrigojarque, donde, aparte de escuchar algunos temas de Monstruos bajo la cama y encontrar una serie de datos y referencias interesantes, puede verse el video clip del tema «Hay algo que está frente a nosotros», el primer single del disco.
PS2: Por el momento, el disco se encuentra disponible en El Péndulo (Galería Interprovidencias) y www.armonica.cl, aunque en mayo próximo será lanzado (o relanzado) de modo oficial y, entonces, seguramente será más fácil adquirirlo en las disquerías tradicionales.
Jarque, como nosotros, había llegado al Campus Oriente de la Universidad Católica para estudiar literatura, algunos años antes de que me correspondiera abandonar su refrescante sombra protectora, los patios atestados con sus bellas mujeres, la irresponsabilidad de la adolescencia, y me encumbrara a los innumerables cielos de la edad adulta.
Y, si bien es cierto, ya había tenido la suerte de escuchar y aprobar las composiciones y arreglos que el susodicho había preparado para los montajes de Los poseídos (1999) y La vitrina (2000), de la compañía Evoé, dirigida por Alejandra Rubio, en que participaba el mismo Paulo, esta vez —vuelvo a lo de la celebración del primer párrafo—, esta vez era distinto porque en este caso el espectáculo iba destinado solo a nosotros, los asombrados espectadores de una presentación única e irrepetible como pocas: Jarque unplugged.
Como un cetrino quijote armado de una humilde guitarra acústica que progresivamente sale de su tímido rincón para mostrarse en toda su plenitud o, mejor dicho, a todo pulmón, el transfigurado huésped se encargó de hacer de la ocasión un momento memorable interpretando una serie de canciones de diversos estilos y grupos, entre los que puedo recordar algunos boleros, un par de tangos que coreamos con toda la voz o el entusiasmo disponible, más una sorprendente versión desenchufada de «Paranoid Android», de Radiohead, demostrando una soberbia versatilidad y dominio de las cuerdas vocales e instrumentales .
Tiempo después, pude corroborar mis impresiones iniciales al volverlo a ver, en esta ocasión, subido al escenario como guitarrista y líder de la desaparecida banda universitaria Zabala, una mezcla de rock con instrumentos electrónicos y pistas pregrabadas… La misma inspirada habilidad, la misma fuerza y la total entrega a un público cautivo en el saturado subterráneo del Bierstube, aunque esta vez enchufado y premunido de toda suerte de máquinas y efectos de luz, como una verdadera estrella, la estrella que Jarque es y será, a no dudarlo.
Hace algunos meses atrás volví a tener noticias de él por el mismo Paulo, luego de bastante tiempo. Aparte de haber compuesto el tema principal de El rey de los huevones (2006), de Boris Quercia, con su nueva banda, Gitano, Rodrigo había grabado su primer disco solista editado, curiosamente, en Chile, Alemania y Dinamarca debido a una serie de extrañas circunstancias. ¿El nombre de la placa? Monstruos bajo la cama.
De modo previsible, no me hice de rogar para adquirirlo y prontamente lo tuve rodeándome la cabeza y retorciéndome los intestinos durante los solitarios caminos de un año particularmente difícil y particularmente recorrido, como si hubiera decidido convertirme en una versión criolla de Kung Fú o David Banner, al mismo tiempo.
Pese a todos los antecedentes, la sorpresa fue mayúscula. Si bien las habilidades de Jarque no me eran desconocidas, jamás creí que fuera capaz de alcanzar semejante calidad a la hora de componer, como jamás creí que yo mismo fuera capaz de conmoverme hasta tal punto por un disco de rock en castellano, compuesto por un compatriota…
Fuertemente influenciado por grupos como Radiohead, el Mogwai de Rock Action o Come on die young, o la melancolía islandesa de Sigur Rós, para mencionar únicamente las influencias que creo distinguir, Monstruos bajo la cama constituye una estremecedora ópera prima que ya se quisieran otros artistas de mayor renombre.
Conformado por nueve temas donde la melancolía y la tristeza son llevadas a una suerte de particular apoteosis, Monstruos bajo la cama me parece un logro por completo impresionante y a ratos verdaderamente sublime, aunque en absoluto recomendable para escuchar bajo la lluvia de un día de invierno o pateando las hojas caídas de abril.
Fue compuesto de modo íntegro por Rodrigo Jarque quien, además, interpreta la mayor parte de los instrumentos. Originalmente, las canciones iban a ser parte de la película En la cama (2005), de Matías Bize, pero terminaron convirtiéndose en un disco independiente que inspiró el segundo largometraje del joven director, a llamarse, apropiadamente, Lo bueno de llorar.
La placa se abre con una sombría aunque dulce introducción titulada «Monstruos», que pareciera invocar a todos los demonios que nosotros mismos arrastramos u ocultamos en lo más profundo de nuestro silencio, el rincón más oscuro de nuestra habitación o la parte inferior de nuestra cama. Es una de las pocas muestras palpables de la reconocida influencia que las Gymnopédies de Eric Satie han ejercido sobre el joven músico.
«Hay algo que está frente a nosotros», segunda canción del disco, nos permite, sin embargo, recuperar algo de calma y esperanza por unos instantes, de la mano de la cálida y susurrante voz de Jarque a quien alguien por ahí comparó —de un modo no completamente equivocado, a mi juicio— con una especie de Álvaro Henríquez en ácido, mientras que con «Mecanismos de la memoria» somos capaces de animarnos un poco más, ya que es una de las canciones más movidas y pegajosas del disco; “la que tiene más ritmo”, hasta llegar a ser “casi bailable”. Pero este mood es una mera ilusión, un tránsito de regreso a la oscuridad, porque con «Patio XXIX» volvemos a recaer en lo más profundo de un oscuro pozo. No es para menos, dado el motivo inspirador de la canción: la abandonada sección del cementerio en que fueron sepultados una serie de víctimas de la dictadura militar. Es, creo, uno de los temas más sugestivos y devastadores de Monstruos, como todos los temas tristes del álbum. La mayoría, a decir verdad.
Ahondar en el contenido de cada una de las canciones supondría, sin duda, un esfuerzo mayor y un enorme riesgo para quien escribe. Como lo señala el propio Jarque en su blog, “describir música es tan inocuo y desabrido como contar una película: no sirve absolutamente de nada...”. Más allá de las posibles evocaciones y aciertos que pudiera aportar, lo cierto es que la música siempre tiende a escaparse de las barreras que el lenguaje le impone y debe justificarse por sí misma, más allá de la obligatoriedad de ciertos comentarios aproximativos. La música, en suma, crea su propio mundo y Monstruos bajo la cama es particularmente consistente en términos de tono sentimental y de universo sonoro, un universo en donde predominan las notas y atmósferas más bien oscuras, imprecisas, ambiguas o, si se quiere, “espectrales”, lo que parece haber dado pie a la creación del neologismo “psicofónico” (psicophonique), con que Jarque describe su propia música. Una buena parte de los sonidos, de hecho, parecieran provenir de una dimensión espaciotemporal alternativa, diversa a la nuestra, más propia de los sueños que de otra cosa, enorme mérito de Jarque quien, incluso, decidió grabar en una frecuencia poco acostumbrada para nosotros, para darle su especial carácter al disco.
Pero, más allá de los tecnicismos y las explicaciones, creo que es necesario ir a la propia música, sin mayores comentarios. La música es, por sobre todas las cosas, una experiencia y, como experiencia, única, subjetiva, propia, y yo no he hecho otra cosa que tratar de comunicar la mía, de un modo por completo precario e insuficiente. Lo importante es que cada uno tenga la suya y la viva con intensidad. En ese sentido, el mejor que quepa esperar, Monstruos bajo la cama constituye un catalizador particularmente idóneo para sacarnos de nuestras ocupaciones corrientes y devolvernos a la vida renovados, purificados y redimidos por la inefable luz crepuscular de cada uno de sus cantos.
Guillermo Riveros Álvarez
PS1: Más información acerca de Rodrigo Jarque y su música en lerockpsicophonique.blogspot.com, administrado por el propio Jarque, www.purevolume.com/rodrigojarque y www.myspace.com/rodrigojarque, donde, aparte de escuchar algunos temas de Monstruos bajo la cama y encontrar una serie de datos y referencias interesantes, puede verse el video clip del tema «Hay algo que está frente a nosotros», el primer single del disco.
PS2: Por el momento, el disco se encuentra disponible en El Péndulo (Galería Interprovidencias) y www.armonica.cl, aunque en mayo próximo será lanzado (o relanzado) de modo oficial y, entonces, seguramente será más fácil adquirirlo en las disquerías tradicionales.