El prolífico Roberto Fuentes[1] vuelve a la carga con un nuevo libro de provocador título, elaborado a partir de un verso de nuestra galardonada Gabriela Mistral, arremetiendo con una de sus mejores facetas, la de cuentista, acreditada por una serie de laureles y galardones obtenidos a lo largo de su fulminante carrera.
Premiado por unanimidad con un Fondo de Cultura por un jurado compuesto por Jaime Hagel, Tulio Espinoza, Ruby Carreño, Eugenia Echeverría y Jaime Blume como la Mejor Obra Literaria Inédita en género Cuento de 2004, y encumbrado hasta hace poco tiempo en los primeros lugares de los rankings de los más vendidos, incluida la influyente lista de la Revista de Libros de El Mercurio, Todas íbamos a ser putas se perfila, sin duda, como uno de los mejores libros de relatos aparecidos en Chile durante el último tiempo. Y, si bien es cierto, no me gusta recomendar insumos culturales que se vendan por sí mismos o tengan una probada plataforma de publicidad, quisiera por una vez romper con dicha costumbre para referirme a este compendio, porque creo que pocas veces como en este caso se conjuga de un modo tan afortunado el «éxito comercial» (si es posible hablar en estos términos en nuestro iletrado país) con la calidad de un producto.
En efecto, Todas... constituye una amenísima colección de trece cuentos dividida en dos partes vinculadas por una cierta afinidad de temas o tono: Vida de putas y La puta vida. Con particular verosimilitud, "el Machuca de la literatura"[2] vuelve a desdoblarse en una serie de personajes entrañables y reconocibles que parecieran ir conformando, poco a poco, el reparto de un autor que no se detiene ante nada y paulatinamente va definiendo sus modos y sus constantes. No solo unos tipos humanos, también una sensibilidad, de marcado anclaje en lo social, y un estilo "vivo, vivísimo, vivaz, vivaracho", que "sabe atrapar al vuelo la cotidiana mosca de la oralidad, esa mosca familiar", en palabras de Hernán Rivera Letelier, capaz de inmiscuirse en la mente de una serie de memorables personajes abrumados o cercados por el deseo, la curiosidad, la pobreza, o todas a la vez. Algunos, ya familiares para nosotros, como el Betto y sus amigos de Algo más que esto (Alfaguara, 2004), su novela inaugural, y otros menos conocidos o recién desvelados, como la voraz y deslenguada Camila Pino, que abre el conjunto con un largo e intenso monólogo, cargado de salvaje sexualidad y furor, o el finiquitado Jaime Callupi, vívido retrato del trabajador aplastado por un sistema deshumanizado e injusto.
El volumen incorpora tanto relatos ya probados o galardonados, como «No te acerques al Menotti» (primer premio en el concurso patrocinado por Revista Paula del año 2003), y «Un huevón más» (incluido en la antología Uno en quinientos (Alfaguara, 2004) que él mismo Fuentes recopilara con el fin de recaudar fondos para la Fundación Edudown que ayuda a los niños con Síndrome de Down, reuniendo a escritores de la relevancia de Germán Marín, Armando Roa y Ramón Díaz Eterovic, en "una especie de corte transversal de la narrativa chilena de nuestros tiempos"[3]), como historias nuevas y frescas, como la tristemente irónica «El futuro de Chile» o «Recursos humanos», que clausura el volumen.
A diferencia de otros autores legítimamente embarcados en una preciosista cruzada personal que pareciera privilegiar la forma sobre el contenido, Roberto Fuentes ha decantado su escritura en la sencillez, la llaneza, la proximidad, huyendo de toda suerte de mistificaciones y mascaradas, otorgándole mayor importancia a la historia que al modo de contarla. Un estilo sencillo, pero no por eso, menos absorbente y penetrante, marcado por la influencia de narradores del estilo de Roberto Bolaño o Ernest Hemingway, capaz de comunicar una particular «mirada» sobre la realidad, al tiempo que rescatar la poesía de los acontecimientos mínimos y los más auténticos giros expresivos de nuestro chilenísimo modo de hablar, que muchos descuidaríamos como material carente de importancia o literariedad. Aunque en absoluto debe confundirse esta sencillez estilística o temática con descuido ni mucho menos. Tras la serie de historias y personajes con que nos deleita Fuentes, se encuentra el oficio minucioso del artesano genuino y persistente, que no se entrega a los vicios ni guiños de las modas pasajeras, sino que, por el contrario, se obstina en desarrollar una personalidad propia al tiempo que acrecienta la presencia y dignidad de seres marginados del canon. No los marginados fascinantes por su radical alteridad tan del gusto de cierto público y cierta crítica posmoderna, por cierto, sino la clase de marginados que podemos encontrarnos a la vuelta de cualquier esquina, rezongando ocultos tras los multicolores colgajos de algún centro comercial, jugando "una brisquita" en un improvisado refugio de obreros de la construcción, o bien, esperando su finiquito en la sala de alguna empresa, donde todo es simulacro. Un mundo generalmente marcado por la exclusión y las carencias, es cierto, pero jamás vencido ni aplastado por ellas. Por el contrario, un espacio siempre abierto al asombro, el milagro, la luz del mediodía. O bien, al cambio y la redención, material y moral.
Como siempre, el mensaje de Fuentes se halla marcado de cabo a rabo por un optimismo alegre y militante, vital, como él mismo. Ninguno de sus personajes se deja abatir por la adversidad. Ni siquiera por la muerte, ya que aun desde el mismísimo más allá son capaces de animarse para devolver una pelota. La vida es elevada a valor supremo, a instinto superior.
En suma, un mundo de experiencias cotidianas y fundamentales iluminado por la ternura y la honestidad es lo que nos ofrece esta nueva antología de relatos breves de Roberto Fuentes. El mundo del pequeño milagro cotidiano, de la duda y la constante superación.
En el mes de la patria, la rotunda confirmación de un talento que parece consolidarse como una de las voces más genuinas y certeras de la narrativa chilena actual.
Guillermo Riveros Álvarez
[1] De quien ya les había hablado en el No solo de Lan vive el tripulante de marzo de 2004, a propósito de su primer libro de relatos Está mala la cosa afuera (Cuarto propio, 2002).
[2] Roberto Fuentes acerca de sí mismo en entrevista concedida al diario La Nación del 10 de mayo de 2005.
[3] VV. AA.: Uno en quinientos, Alfaguara, Santiago de Chile, 2004, pág. 10.