20 de mayo de 2004

Dylan Thomas Poemas. Antología poética bilingüe de Dylan Thomas.


Más que oportuna resulta la publicación de este nuevo libro de Al Margen Editores, debido a la doble conmemoración del nacimiento (90 años, en octubre de 2004) y la muerte (50 años, en noviembre de 2003) de uno de los más grandes poetas en lengua inglesa. Dylan Thomas, autor, entre otras cosas, del Retrato del artista cachorro (1940) y de Muertes y entradas (1946), nació en Swansea, Gales, provincia rural del imperio británico, el 27 de octubre de 1914, hijo de un maestro de la Swansea Grammar School y una mezquina campesina de Carmathenshire. Tempranamente, descubre en la poesía el idóneo oficio en que volcar su compulsiva afición a las palabras. De hecho, Y la muerte no tendrá dominio, una de sus más admirables elegías, se publicará en el New English Weekly antes de que su autor cumpla los diecinueve años. Junto a Rimbaud y Baudelaire, puede ser considerado como uno de los grandes titanes del panteón de la poesía maldita. ¿Por qué? Sin duda, por la mezcla de peripecia vital y audacia estilística emprendida en cada uno de sus trabajos, a la sombra del tabaco, el alcohol y su atormentada relación con Caitlin MacNamara, el empecinamiento en hacer de su vida una suerte de leyenda negra y, por cierto, por la tradicional muerte prematura que mutila la promesa de una obra admirable en el St. Vincent’s Hospital de Nueva York un 9 de noviembre de 1953, a causa de una seria intoxicación alcohólica. Su palabra es como un relámpago certero o una melodía envolvente tomada de los modelos galeses, a la vez bucólica y existencialista, que no podemos descifrar con ligereza ni rechazar con frustración, una palabra “marcada por vívidas metáforas, el uso de imaginería cristiana y freudiana, y por una celebración del prodigio del nacimiento y la muerte”; posee la noble y esquiva virtud de sumirnos en la deleitante perplejidad de lo sublime. “Mi poesía” sentenció alguna vez el propio Thomas, “es el esfuerzo individual desde la oscuridad hacia alguna medida de luz” . Ha sido traducida a nuestra lengua con brillantez y meticulosidad por Cristián Barros, el talentoso autor de Tango del Viudo, consiguiendo un acertado espejo, para que ni la muerte, ni el olvido tengan dominio…
Guillermo Riveros Álvarez